Viaje a Xi'an
A una temprana hora mañanera nos presentamos en la estación de tren para irnos a Xi'an. De nuevo controles, esta vez por duplicado, de nuestras maletas y bolsas, para entrar en una estación enorme, de horizontes casi ilimitados con cientos o miles de asientos todos ellos ocupados y un sinfín de puertas de embarque, creo recordar que eran más de 40. Aunque si bien se entiende la amplitud de las salas dado el número de chinos que van de un sitio a otro, no está del todo claro la gran altura de los techos que flotaban casi rozando la estratosfera, todo el conjunto de moderno diseño, limpio como todo y con algunas tiendas de comida y bebida entre las puertas de embarque. Aqui la gente es muy aficionada a llevar consigo esos fideos chinos que vienen en un vasito acartonado y llevan dentro aparte de los fideos secos, un par de bolsitas con salsas de amplia variedad y pimienta, además de un tenedor plegable para comérselos en cualquier parte. Dado que hay que echar agua caliente para que se inflen y sean comestibles, hasta en el tren existen grifos de donde tomar este hirviente líquido, y por supuesto tambien en la propia estación. Y otra cosa además que llevan consigo casi todos los chinos, viajeros o no, es un termo metálico en forma de cilindro con la consabida agua caliente que de vez en cuando beben como si de un refresco se tratara. Como diría Obelix, están locos estos chinos.
Bueno, nos montamos tras superar una larga y abigarrada cola de viajeros, por cierto, los chinos son muy dados a colarse en las filas, de forma disimulada u ostentosa, se meten y ya está, sin que nadie diga nada, conscientes del escaso hábito de protestar que llevan consigo los chinos como una virtud, y quizá lo sea, aunque no nos lo parezca a los protestones españoles. Bueno el tren es ¡limpio!, espacioso, de asientos cómodos y ventanas amplias y muy rápido, todos los que tomamos eran de alta velocidad, asi que nos hacíamos los 1.000 kilómetros en aproximadamente 4 o 5 horas, a pesar de que parábamos por casi todas las ciudades por las que pasábamos.
Frecuentemente pasan las azafatas con carritos de comida, bebida o frutas como si de un avión de Ryanair se tratase, y aunque no llegamos a comprar nada, no parecía ser caro. En realidad no comprábamos porque no podíamos preguntar por lo que llevaban los platos ni por el precio ni por ninguna otra cosa, entonces, optábamos por ir con la comida puesta en el tren, es decir, algo de fruta y unas galletas, y por supuesto agua, eso sí, fría y de botella de plástico normal, nada de termos.
Las imágenes que veíamos por la ventanilla durante el trayecto fueron uno de los grandes enigmas que durante todo el viaje nos han acompañado sin que hayamos llegado a comprenderlo. Cada una de las ciudades por las pasábamos parecía empeñada en construir mas grandes edificios que las demás. Edificios de 30 o 40 plantas, grises, feos, a medio construir o recién construidos sin que se viera todavía en ellos vida humana, pero por decenas, que digo, por cientos en cada una de las urbes que atravesaba nuestro tren. En total miles de edificios de gran tamaño salpicados por toda la geografía china, no solo en este primer viaje de Shanghái a Xi´an, me estoy refiriendo a todos los viajes que hicimos de un lugar a otro. ¿Quién vivirá en todos estos pisos? ¿De donde vendrán, de otras provincias, de zonas rurales? ¿Hay una especie de plan para repoblar las ciudades del interior con gente de las principales capitales como Shanghái o Beijing? En todo caso, según nos dijeron algunos de los contactos que hicimos, la vivienda no es barata, o supone casi una vida de ahorros por parte de los padres para poder comprar una casa a sus hijos cuando se casan, porque por otra parte, el alquiler es mucho menos habitual que la compra en sus costumbres.
A la vuelta hemos leído que sobre la economía china se cierne el riesgo de un estallido de la burbuja inmobiliaria y algunos miembros del gobierno ya se encuentran preocupados por el tema y buscan algún tipo de solución, pero no creo que sea fácil, viendo la magnitud de los bloques que se están construyendo. Por lo visto, las mayores compras son hechas por grandes inversores que esperan sacar réditos a sus posesiones inmobiliarias... ¿lo conseguirán?
También se veían algunos pequeños pueblos sin rascacielos, pero eran extraños, no tenían una personalidad propia como sucede en España, todos eran miméticamente iguales, casas idénticas como una especie de chalet pequeñito sin jardín y sin vida aparente por sus calles. Quizá tengan previsto repoblarlos más adelante, pero a nosotros nos pareció que ahora estaban deshabitados, no se veían coches en sus puertas ni patios escolares con niños jugando, ni ajetreados campesinos ocupados en sus quehaceres... Eso si, los campos están cuidados con mimo. Verdes cultivos alineados con tiralíneas y tierras aradas y despejadas de malas hierbas y piedras, canales y ríos diseminados por todo el paisaje, pero insisto, muy poca vida en forma de campesinos en caballerías o en tractores, llegamos a comentar que tal vez saliesen de noche para hacer las labores propias del campo. Por cierto, este primer viaje en tren transcurrió enteramente por una enorme llanura, nada de montañas o promontorios, nada de colinas en el horizonte... una gigantesca Castilla china aprovechada palmo a palmo para que creciesen árboles frutales, arrozales y multitud de cultivos más que no soy el experto más adecuado para identificar.
Unas palabras sobre los viajeros que nos acompañaban en el tren. Por supuesto todos eran chinos, ningún extranjero con el que compartir emociones... Los trenes siempre iban llenos, muy silenciosos, sin niños gritando ni conversaciones subidas de tono. Todos parecían ejecutivos, algunos con sus ordenadores abiertos resolviendo importantes problemas mercantiles, el resto con sus Iphones tecleando sin pausa o mirando algún video divertido... ¿porqué la inmensa mayoría de los chinos tienen Iphone y no Huawei o Xiaomi? Un tren de alta velocidad que podía estar corriendo por tierras de Wyoming, holandesas o de cualquier otra zona occidental vistos sus ocupantes, si no fuera por sus rasgos asiáticos. Nos pareció que China cada vez se diferenciaba menos de cualquier otro país de tinte capitalista... una pequeña desilusión por la que no sé si alegrarme o entristecerme, pero esa es la realidad que observamos de forma indudable.



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